A veces hacen falta las palabras para explicar lo que sucede o simplemente no quedan ganas de contarlo.
Hace un par de días cumplí veintidós años, y estoy segura que a partir de mis veinte he sentido tanto y con demasiada intensidad que, en verdad, me asusta imaginar que podría vaciarme de emociones cuando esta etapa finalice.
Me descubrí como mujer, ya no soy la niña que jugaba a enamorarse. Conocí los nervios, la emoción al hablar con "esa persona", los colores en mi cara pálida que subían cuando me observaba mientras le contaba alguna de mis recurrentes trivialidades.
Sé, y aunque puede doler, que cuando nos alejemos (más) seguirá ese "algo" que me atrajo desde el primer día, que creció durante este tiempo y probablemente esté muriendo lentamente mientras escribo estas lineas.
Nada de ésto se encontraba en mis planes.
No quería enamorarme: lo hice.
No me veía en una relación: ahora lo hago.
Es tan sencillo mostrar que no me importa lo que pasa, pero no puedo dejar de sentir, de pensar. No ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario