Un
día, después de tantos cursos de tanatología en el hospital al que acudía,
sentí que si la muerte llegaba por mí, podría asistía con ella sin temor ni tristeza
de dejar mi vida terrenal pues aprendí que todos somos energía y después de que
el cuerpo quede inerte, el alma se desprenderá para convertirse en algo más,
como explica la Metafísica.
De
repente regresaba a mi mente esa frase que me acompañó durante meses “Deben prepararse porque en cualquier
momento puede suceder”, lo analizaba y trataba de grabarme eso hasta que me
sintiera lista y tranquila frente a un cercano desenlace.
Noche
y día, apenas distinguía de lo apacible que todo parecía.
Salí
a caminar, coloqué los audífonos en mis orejas, presioné PLAY a mi playlist preferido y así, absorta en el
instante no fui capaz de reconocer una extraña sensación que jamás había
experimentado. Caí al suelo de una solitaria calle, no escuchaba más que voces
lejanas, no sentía más que un frío intenso, estaba cegada por una luz de
intenso brillo. Quería gritar pero mi voz era insuficiente para articular
siquiera una palabra en susurro.
-
Hola,
querida, finalmente nos encontramos
-
¿Quién
eres?
Mi
voz estaba inhabilitada pero con el pensamiento podía comunicarme con esa voz
que me llamaba.
-
Soy
de quién tanto huías y por quien viviste atemorizada
-
No
lo sé… no sé quién eres ¿por qué estoy así? ¿por qué no puedo moverme?
-
Sabes
quién soy, visito a todos en el mundo solo una vez y ahora llegó tu turno, he
venido para evitarte más sufrimiento
-
¿Muerte?
¿Cómo es posible que tú, Muerte, intangible, omnipresente, estés hablándome?
-
Con
todos sucede, pero todo es parte de un proceso, es un viaje astral y hoy es el
día en que comenzarás a recorrer el camino que te llevará a otro plano, a otra
dimensión
-
O
sea que ¿estoy muerta?
-
Aún
no, estás a punto de abandonar por completo tu cuerpo
-
Pero
no me despedí, ni dije siquiera a dónde iba, tengo cosas por hacer
-
Sabías
que esto pasaría y que te pillaría en el momento menos esperado, di tiempo a
que superaras tu desasosiego y pudieras realizar lo que antes no te atreviste a
experimentar, es la hora
-
Pero
no quiero, estoy segura que aunque sabía que esto pasaría, no sería pronto
-
Son
demasiados meses de lucha y batallas perdidas
-
Tú
lo has dicho, batallas, pero no toda la guerra, no puedo irme, no debo hacerlo
ahora
-
¿Acaso
crees que doy segundas oportunidades? ¿Piensas que las personas tienen esta
plática conmigo y viven para contarlo?
-
No…
no sé, quizás pasa cuando están en coma o algo parecido a eso…
-
Dame
un argumento válido
-
No
lo tengo, solo no estoy lista para que las personas me dejen ir, yo lo estoy
pero no quiero morir en una calle baldía sin gente que me encuentre y sepan que
morí hoy y no dentro de 4 o 5 días, moriré tranquila
-
Contéstame
algo… ¿Qué harías en tu último día de vida?
-
Si así
fuera, si me enterara, si lo supiera… lo que haría sería descansar, caminar un
poco, dejar de pensar y extasiarme con todo lo que mis sentidos puedan
percibir. Le diría a mi gente cuánto la amo, y me quedaría con el
agradecimiento que pude haber externado antes, ese “Gracias por existir,
Gracias por entrar a mi vida”
-
¿Qué te
dirían ellos?
Su pregunta hizo que dejara de escuchas esas voces lejanas del inicio.
-
Probablemente
ellos me dirían que me quede, que habrá alguna manera de alargarme la vida,
pero yo sabría que es el momento de ser, de atreverme a perderme, de
encontrarme para afianzarme a esa alma que algún día llegué a dudar que tenía. Luego
caminaría, probablemente sin rumbo fijo pero terminaría llegando a algún parque
o bosque, me sentaría, tocaría la hierba, olería las flores, la tierra húmeda,
escucharía atentamente el sonido de los grillos, de las aves, de los animales
rastreros, cantaría mis canciones favoritas y esperaría a que la luna y las
estrellas me cobijaran, tranquilizándome, recordando que amé y fui amada,
entonces lloraría un poco, porque a pesar de que siempre tuve miedo a la
muerte, estaría contenta de poder compartir ese último momento conmigo,
escuchar los últimos latidos, sentir esos finales suspiros, prestarle atención a
lo que durante años pasé de largo. Entonces, la lluvia caería y sentiría por
última vez la sensación de las gotas resbalando sobre mi piel, ese frío que me
estremeció tantas veces y del que tanto huí por no empaparme y quizás enfermar…
-
De
igual manera morirías sola, como ahora, no veo la diferencia
-
Yo sí,
es diferente, ellos sabrían dónde encontrarme… permanecería acostada, sobre la
tierra inerte, cerraría los ojos, imaginando que soy parte de ella, que luego
de ese final, tendré un comienzo, quizás como hierba, quizás como aire o como
tierra.
-
No
sé por qué hago esto, pocos tienen la oportunidad de un nuevo comienzo, eres
valiente pero tienes cosas por hacer, tienes un largo camino por recorrer ¡Adelante!
¡Levántate y vive! La próxima vez que nos veamos no habrá oportunidad de
escaparte de mi compañía
-
¿No
estoy muerta?
-
No,
aún no, no será pronto así que en cuánto despiertes haz todo lo que desees,
disfruta cada momento y recuerda que solo una línea muy delgada te divide de la
otra vida
Entonces, con mucho mareo y
debilitamiento desperté de un sueño profundo, sentía pesado mi cuerpo y mi
corazón palpitaba rápidamente. Una señora de cabellos largos y grises me ayudó
a incorporarme, caminamos hasta el cruce de calles, dónde podía ver a la gente
que no transitaba por aquel callejón en el que me caí prefiriendo esa vía para
llegar a sus destinos. Sin decir una palabra y con poca fuerza en mis
extremidades volteé para agradecerle a aquella anciana que me tendió la mano
pero ya no estaba… Supuse que era la muerte que me había conseguido una
oportunidad más de vida.
Tarea para la clase de Taller de escritura
Tema "Diálogo con la muerte"
Como muchos saben, me es difícil hablar de este tema pero era necesario, así que espero me haya servido de terapia escribirlo. La protagonista no soy yo, es algún personaje que alguna vez creé.
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