Creo que se avecina un nuevo conflicto.

Cada vez llegan con más rapidez e intensidad, yo los atraigo, yo los provoco. Hago daño a todo lo que toco, no era sólo una hipérbole  de mi comportamiento desastroso en la niñez.

Esta vez no quise formar parte del juego, quise, por primera vez, verlo todo desde afuera, pero terminé adentro, muy adentro.

No puedo distinguir sensaciones. Generalmente no etiqueto lo que me sucede o lo que siento,
sólo experimento y me dejo llevar. A veces se siente bien, otras tantas deseo llorar de tanta impotencia y desconocimiento de lo que me pasa.

Rompo promesas, no acato reglas, me soy fiel pero no pienso en los demás. Me recubro con todo lo posible para no sufrir, para no tener ese sentimiento de hastío y soledad... que finalmente experimento.

Probablemente no acuda a disculparme, lo más seguro es que una vez más me trague esto. Pero lo siento.

Lo siento. Lo siento.